Redes productivas, el siguiente paso
Llevo ya varios años escribiendo y formando sobre productividad personal, especialmente GTD (Getting Things Done), metodología de productividad personal que, si lees esta publicación, es posible que ya conozcas. Han tenido que pasar años, probado muchas herramientas, métodos y todo tipo de trucos productivos, antes de llegar a convencerme de que la forma más eficiente de trabajar es practicando GTD genuino. Y todavía me ha llevado más tiempo alcanzar un éxito razonable en su práctica. Todo un logro teniendo en cuenta la cantidad de nuevos hábitos que he tenido que desarrollar, algunos de los cuáles aún me siguen dando guerra de vez en cuando.
Sin embargo, con todo y haber llegado hasta aquí, lo cierto es que nadie trabaja de manera aislada y, generalmente, el logro de las metas más interesantes y valiosas requiere, no solo de nuestro esfuerzo y buen hacer personal, sino del trabajo de muchas de las personas que nos rodean, sean estos amigos, familiares, clientes, proveedores o colegas de profesión con intereses similares a los nuestros. Es por eso que alcanzar cierto nivel de productividad personal no es suficiente hoy en día. El reto en estos casos no es solo tener que trabajar codo con codo con personas que quizá carezcan de las mismas competencias productivas que nosotros (aunque eso ya es un gran reto), sino lograr aglutinar la inteligencia que todos ellos poseen de manera colectiva en beneficio de un resultado.
El problema principal radica en que, al igual que les sucede de manera individual a muchos profesionales modernos, a la hora de trabajar en grupo seguimos operando bajo paradigmas hasta cierto punto obsoletos. Por ejemplo, seguimos organizando reuniones y utilizando mecanismos como el consenso (mayoría de votos), para tomar decisiones, a pesar de que las reuniones demuestran constantemente ser una pérdida de tiempo, y de que el consenso muchas veces no permite alcanzar la mejor decisión/solución posible, objetivamente hablando.
Como persona preocupada por obtener resultados de forma eficiente, llevo ya un tiempo explorando vías de trabajo con un grupo de colegas consultores artesanos, formando una comunidad de práctica llamada OPTIMA LAB donde, entre otras cosas, intentamos encontrar la mejor manera de funcionar como equipo para la consecución de objetivos comunes. Esta exploración nos ha llevado a un modelo de trabajo que nos permite conseguir resultados más rápidamente de lo habitual, sin apenas reuniones (aunque a veces son necesarias), y utilizando un mecanismo de acuerdo denominado consentimiento integrativo (CI), un concepto que propuso por primera vez nuestra colega artesana y coach Paz Garde en su blog Coaching para Jóvenes.
Esta forma de organización, que se denomina red productiva , permite que cualquier miembro de la red (nodo) que esté interesado en alcanzar un determinado objetivo se pueda convertir en Cliente de la misma, activando a todos aquellos nodos que tengan el mismo interés. Como Cliente, cualquier nodo puede echar mano del resto de los nodos, de manera que pueda beneficiarse de su inteligencia colectiva e integrar todo el conocimiento que sea relevante para la consecución de la meta común.
¿Comunidad o red?
Desde hace tiempo se conoce el concepto de comunidad de práctica (CoP), que la Wikipedia define como “(…) grupos sociales constituidos con el fin de desarrollar un conocimiento especializado, compartiendo aprendizajes basados en la reflexión compartida sobre experiencias prácticas”. Aun siendo una forma de organización muy valiosa, especialmente para nuestra formación y mejora continua como profesionales, una CoP tiene serias limitaciones desde el punto de vista productivo. Y es que cada miembro de una CoP sigue estando solo a la hora de la verdad, y depende de sus propios recursos para obtener cualquier resultado. Una red productiva no sólo cumple el papel de CoP, en el sentido de permitir que fluya el conocimiento colectivo, sino que lo capitaliza, canalizándolo hacia donde se necesita, de manera natural, sin jerarquías que supongan fricción a la hora de trabajar. Es decir, una red productiva solo es tal si tiene como objetivo la consecución de resultados.
El valor de las redes productivas
Aún estamos descubriendo los procesos que deben tener lugar dentro de las redes productivas, pero una cosa es segura: lo que hemos probado hasta ahora en OPTIMA LAB ha demostrado mejorar notablemente la manera en que trabajamos como grupo. Una vez desarrollado completamente, estoy seguro de que nuestro modelo de organización y toma de decisiones por consentimiento integrativo puede suponer un punto de inflexión dentro del mundo de la productividad, tanto para las organizaciones como para los individuos.
La separación de las fases de producción de ideas por inteligencia colectiva , y de su selección y refinamiento gracias al consentimiento integrativo, podría suponer una mejora radical en la productividad de cualquier organización. Y no sólo de la organización, sino también de las personas que la componen, siempre que sean capaces de movilizar a otros miembros, de la misma u otras organizaciones, que tengan intereses comunes, formando redes productivas.
Cuando todos los nodos de una red productiva entienden y aceptan estas reglas de juego , la mayor parte del trabajo puede realizarse “offline”, sin necesidad de reuniones, lo que mejora la eficiencia. Las ideas generadas son mucho más valiosas, pues se deben sustentar en información útil y relevante, lo que permite aumentar la eficacia. Y los acuerdos se dan de manera mucho más rápida, pues los nodos sólo pueden proponer cambios cuando tienen una alternativa objetivamente mejor que sustituya lo que se pretende cambiar.
En OPTIMA LAB aún seguimos trabajando para desarrollar este modelo, pero los resultados conseguidos hasta ahora como red son muy prometedores. No sólo estamos obteniendo resultados reales, cerrando proyectos comunes a un ritmo bastante aceptable (desde luego, bastante más rápido que si hubiéramos seguido paradigmas tradicionales, especialmente teniendo en cuenta que los distintos nodos estamos repartidos geográficamente y con diferencias horarias de hasta 7 horas), sino, y creo que esta es la gran diferencia, estamos obteniendo resultados de una altísima calidad. No me cabe la menor duda de que el concepto de redes productivas constituye una verdadera innovación, y el siguiente nivel productivo, donde tanto los individuos como las organizaciones pueden salir enormemente beneficiados.