¿Para qué ser productivo? (Pista: No es para hacer más en menos tiempo)

Carolina Ayerbe — №4 Con José Miguel Bolivar

Mi papá nunca disfrutó de la enseñanza. Yo veía el color de su rostro pasar de rosado a púrpura cada vez que yo miraba hacia el techo de la sala de mi casa y decía “cuatro por ochoooooo…”

“No adivine ni haga cuentas!” me gritaba él mientras trataba desesperadamente de que yo me aprendiera las tablas de multiplicar.

Colmada su paciencia —la que era más bien poca—, finalmente me decía “Vaya a su cuarto y estudie ‘a consciencia’! Y cuando esté lista para que le tome la lección vuelve. Pero si no estudia ‘a consciencia’, no vuelva!”.

Pobre papá ingeniero, la matemática nunca fue mi fuerte. Ni la memoria, de hecho.

¿A consciencia?

Supongo que intuitivamente yo sabía lo que él quería decir, porque recuerdo que siempre fue claro para mí que “a consciencia” significaba poniéndole toda mi atención al estudio, sin distracciones, sin permitir que otros pensamientos se colaran.

Y así intentaba hacerlo. Pero en mi calidad de ser humano, la mente solía interrumpirme. “A consciencia” era difícil. Pero a veces era posible… y efectivo.

Mindfulness

En los últimos años se ha popularizado el término “ mindfulness”, introduciéndose en la medicina y psicología occidental y se ha traducido como “plena atención” o como “presencia total”.

Sin embargo para mí mindfulness es lo que mi papá llamaba “a consciencia”.

Hagamos un ejercicio rápido para que tengamos una idea más clara de qué es el concepto de mindfulness:

  1. Siéntate en una silla cómoda.

  2. Cierra los ojos.

  3. Respira profundamente.

  4. Trata de pensar en un momento de tu vida en el que fuiste completamente feliz, un momento en el que lo que pasaba a tu alrededor no importaba, eras solo tú con lo que estabas experimentando.

Puede haber sido la primera vez que pudiste andar en tu bicicleta sin rueditas de entrenamiento.

O tal vez tu primer beso. O cada vez que comes ese platillo delicioso que prepara tu abuela.

Todos tenemos esos momentos de completo júbilo. ¿Quieres saber cuál fue (y sigue siendo) uno de los míos?

Subida en una montaña rusa de alta velocidad… ojalá una de esas donde los pies están colgando y uno queda cabeza abajo y a pesar de la imperiosa necesidad de gritar toda clase de palabrotas y groserías… uno no puede. Esa montaña rusa…

¿Qué tienen en común todos estos instantes de felicidad y total entrega al momento?

La mente no tiene nada que ver. La mente no está. No sucede el discurso incesante de la cabeza!

Una montaña rusa es tan rápida y tan intensa, que no hay posibilidad de pensar en nada! La única opción es dejarse llevar.

Probablemente la primera vez que anduviste solo en tu bicicleta no fue tan intensa como una montaña rusa, pero recuerda la brisa en tu rostro, la sensación de poder en tus piernas, el control que tú mismo tenías sobre la velocidad…

Todos hemos tenido experiencias como éstas . Experiencias de total placer o felicidad en las que la mente no tiene nada que ver.

Es decir, lo que estamos haciendo, lo estamos haciendo “a consciencia” o “ mindfully”.

¿Hay consciencia sin pensamiento?

Bueno, dímelo tú. ¿Estabas despierto en estas experiencias que describimos en el ejercicio anterior?

¿Estabas realmente pensando en algo en ese momento? ¿Seguías siendo una persona normal?

Creo que en gran medida hemos sido mal influenciados por el error de Descartes ( Pienso, luego existo) y que más bien yo enunciaría como “soy consciente de que existo”.

Muchos de nosotros sentimos verdadero terror cuando alguien nos propone buscar momentos donde la mente no sea quien tiene el control, donde los pensamientos no rijan la calidad de la experiencia.

Pero es precisamente lo que quiero proponer aquí.

La gracia es traer este estado de consciencia a la vida diaria, a las actividades que realizamos todos los días casi en piloto automático. “A consciencia” en ocasiones le “sucede” a uno. Pero también es posible traerla intencionalmente a lo que estás haciendo en este momento.

Es decir, es posible siempre que seamos capaces de mitigar el incesante discurso de la mente.

Permanecer en el momento

Expuse en mi blogque hace unos años un investigador de Harvard llamado Matt Killingsworthlanzó una app para iPhone llamada Track Your Happines (Rastrea Tu Felicidad).

El propósito de esta app era realizar al usuario preguntas esporádicas durante el día sobre específicamente qué actividad estaba la persona realizando y cómo se sentía en ese preciso momento.

Y lo que se encontró fue que la actividad en la que las personas registraron sentirse mejor o estar más felices fue —Oh, sorpresa!— durante el sexo.

¿La razón? Estaban “en el momento”. No pensaban en nada, no analizaban nada, no planeaban nada, no criticaban nada. Estaban totalmente presentes en el momento.

De allí los participantes mencionaron otra serie de actividades de todo tipo, pero el común denominador era esa sensación de estar en el momento, completamente presente, haciendo las cosas a consciencia, mindfully.

Y aunque esto de estar en el momento presente es relativamente nuevo en la cultura occidental, es un precepto que algunas disciplinas espirituales han profesado durante miles de años.

La naturaleza de la cabeza

Dime una cosa: ¿A veces de repente te das cuenta de que llevas un buen rato pensando en la misma cosa, totalmente distraído y sin llegar a ninguna conclusión útil?

¿O caes en cuenta de que varias veces en la misma semana te llega una y otra vez el mismo pensamiento?

¿Y de que normalmente esos pensamientos tienen que ver con cosas del pasado (lo que no hice, lo que se me olvidó, en lo que metí la pata) o con el futuro (todos mis pendientes, lo que van a decir de mi, lo difícil que va a ser terminar el proyecto)?

Por algún motivo (¿evolutivo?) a la mente le gusta evadir el momento presente. Su pasatiempo favorito es regurgitar pensamientos repetitivos de cosas del pasado o del futuro.

¿Y sabes qué? El pasado ya pasó y nada lo puede cambiar. Y el futuro no está aquí, no se puede obrar sobre él. Solo se puede tomar acción en este mismo momento, en el presente. Ya. Ahora.

La vida sucede en este mismo instante .

Hacer las cosas “a consciencia” es hacerlas en este momento, con toda tu atención, sin otros pensamientos, sin interrupciones. Esta es para mí la definición de la efectividad personal.

Pero la mente se interpone y nos recita constante e incesantemente el discurso de las cosas del pasado y el futuro sobre las cuales no vamos a tomar ninguna acción en este preciso momento.

Y de ello la mayoría la constituyen los pensamientos sobre todas aquellas tareas, compromisos, mensajes, etc., que tengo pendientes.

Ser productivo para…

Para mí el fin primordial de adquirir habilidades para la administración del tiempo es lograr estar realmente presente y hacer las cosas a consciencia.

Si estás en la oficina trabajando en un proyecto, que realmente estés allí y no con la cabeza en otra parte.

Si estás en tu casa con tus hijos armando un rompecabezas, que estés ahí, con ellos, totalmente presente, sin pensamientos sobre tu oficina o tus problemas (¿No era eso lo que queríamos de nuestros padres cuando éramos niños?).

Si vas de caminata a la colina, que estés ahí, percibiendo la naturaleza, sintiendo la resistencia de la tierra debajo de cada uno de tus pasos, sin contaminar tu experiencia con pensamientos.

Estar presente, totalmente en el momento, es mi definición personal de felicidad. Pero para poder lograrlo y hacer las cosas “a consciencia” es necesario que mis pendientes no estén flotando como nubes negras en mi cabeza.

Esto es lo primero que enseño en mi taller y el ejercicio que describí arriba es el primero en una serie de ejercicios que llevan al participante a través de las técnicas para no solo ser más productivos, sino realmente administrar conscientemente su energía, hábitos y tareas en un esfuerzo por tener muchos más de esos momentos de completa felicidad que hacen que valga la pena vivir la vida.

Y el primer paso, como verás en muchos de los artículos de Productive! Magazine, es vaciar tu mente de todas esas cosas que están allí adentro sin que tomes ninguna decisión al respecto de ellas, usando tu energía y aumentando tu nivel de estrés.

Si lo deseas, en mi sitio web tengo cuatro herramientas gratuitas imprimibles y súper fáciles de usar para ayudarte a vaciar y comenzar a organizar todos los pendientes de tu cabeza.

Te dejo con esto…

Piensa: ¿Cuándo fue la última vez que experimentaste la vida en su total plenitud, sin la mente interrumpiéndote? ¿Qué estabas haciendo? ¿Quién estaba contigo?

¿Cómo puedes traer más momentos como ese a tu vida hoy?

A propósito, para alivio de mi papá sí me aprendí las tablas de multiplicar, cuatro por ocho es 32! Lástima que a pesar de estudiar “a consciencia”, la matemática siempre fue un misterio para mi.

Carolina ayerbe

Carolina Ayerbe

Carolina Ayerbe es una apasionada de la organización, el minimalismo y la Administración Consciente del Tiempo, quien inició su experiencia con sistemas de productividad en 1999. Hoy dicta un taller que enseña herramientas, técnicas y estrategias para lograr una vida con claridad, propósito y significado.

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