Organizaciones, productividad personal y trabajo del conocimiento
“La productividad del trabajador del conocimiento es el mayor de los desafíos del siglo XXI. En los países desarrollados, es el primer requisito para su supervivencia.” Peter Drucker
Vivimos en una sociedad que está en permanente evolución consecuencia de los constantes e imparables cambios que suceden cada vez con mayor rapidez. En este contexto, no resulta evidente cómo debemos reaccionar o gestionar nuestro día a día, nuestros objetivos o nuestras prioridades. No nos han preparado para ello.
Vivimos en una sociedad que está en permanente evolución consecuencia de los constantes e imparables cambios que suceden cada vez con mayor rapidez.
Efectivamente, vivimos en la sociedad del conocimiento, donde el mayor capital y lo que hace que las cosas ocurran no es el dinero, ni las materias primas, ni las industrias. No. Realmente, el verdadero motor de todo lo que sucede es el conocimiento.
Ya en 1959 Peter Drucker aventuró este tipo de sociedad y con ella un nuevo tipo de trabajo, el trabajo del conocimiento, donde la generación y aplicación de conocimiento es la clave. Durante la segunda mitad del siglo XX el trabajo industrial fue el motor económico de las sociedades occidentales, pero en en sus últimas décadas su productividad fue decayendo en beneficio de otras sociedades más competitivas en ese tipo de economía. La economía basada en el trabajo de conocimiento no terminaba de despuntar, estando todavía muy a la sombra de esa economía industrial heredada. Pero eso, en el siglo XXI ha cambiado.
El trabajador del conocimiento
El trabajo del conocimiento da lugar a un nuevo tipo de trabajador, alejado del trabajo mecánico y predefinido propio de la economía industrial: el trabajador del conocimiento. Este tipo de trabajador evidencia unas necesidades específicas y nuevas, aunque no muy evidentes:
- Debe definir su trabajo, transformando aquello que no tiene un significado evidente en resultados y acciones concretas sobre las que pueda actuar. Para ello, debe pensar antes de poder hacer eficientemente.
- Su eficiencia como trabajador se mide en términos de calidad y no de cantidad. Un trabajador industrial cuantifica su eficiencia en términos de cantidad (por ejemplo, unidades producidas), ya que la calidad de su trabajo viene predefinida por el sistema y difícilmente puede influir sobre ella. El trabajador del conocimiento define y trabaja su propia calidad, y de ella depende.
- Ha de hacerse valer como un activo para la organización y/o los Clientes con los que trabaje y para ello ha de ofrecer valor proactivamente.
- Necesita de una importante capacidad de autogestión como consecuencia de la cada vez mayor responsabilidad a la que se enfrenta.
- No organiza su actividad en función del tiempo, pues siempre va a tener más trabajo que tiempo. Por ello, deberá de gestionar el enfoque de su esfuerzo de manera eficiente y aprovechar sus recursos de forma óptima.
La productividad personal y las organizaciones
Dentro de este contexto del trabajo del conocimiento, muchas organizaciones no son conscientes de que son necesarias nuevas competencias para poder sobrevivir en este paradigma del siglo XXI. Son organizaciones del trabajo del conocimiento, pero no lo saben. Continúan haciendo las mismas cosas que antes y de la misma manera, pero lógicamente con peores resultados consecuencia de una pérdida de competitividad derivada de una pérdida de productividad.
Muchas organizaciones no son conscientes de que son necesarias nuevas competencias para poder sobrevivir en este paradigma del siglo XXI.
Las Organizaciones, continúan haciendo las mismas cosas que antes y de la misma manera.
Parecería lógico pensar que una organización formada por personas cuya competencia y capacidad en materia de productividad personal estuviese desarrollada de manera adecuada, vería beneficiada su propia productividad colectiva como organización. De algún modo, una organización es tan eficiente como eficientes son las personas que la componen. Sin embargo, no parece que las organizaciones afronten de una manera decidida, contundente y adecuada el desarrollo de la productividad personal de las personas que las componen.
Nos encontramos por tanto ante un problema real y evidente: muchas organizaciones sufren un deterioro de su productividad y, para tratar de solucionarlo, acuden a métodos que no son adecuados ni dan respuesta dentro del nuevo terreno de juego en el que la organización desarrolla su actividad. Inciden, por ejemplo, sobre el ahorro de costes o el aumento de horarios, soluciones propias de una actividad de fabricación industrial. Pero, ¿qué pasa con las personas?.
Centrar la productividad en las personas
En el trabajo del conocimiento la solución a ese problema de productividad colectiva, al menos como primer paso, pasa por dotar de mayor inteligencia productiva al trabajador. Como defiende Dan Pink , dotar de más autonomía, más propósito y más maestría a la persona. En definitiva: más responsabilidad, más opciones de realización en su desempeño y más libertad para hacer bien un trabajo que nadie mejor que él sabe cómo realizar gracias a su conocimiento.
La solución al problema de la Productividad Colectiva, pasa por dotar de mayor inteligencia productiva al trabajador.
Las diferentes técnicas y metodologías de productividad personal tienen mucho que aportar en este sentido. Y es que estas técnicas, y la metodología GTD en particular, resultan una competencia clave para abordar con éxito el complejo y cambiante mundo en el que vivimos. A su vez, parece evidente que existe cada vez más relación entre la productividad sistémica de las organizaciones y la productividad personal de las personas que las componen. Si esto es así, ¿porque existen tan escasas iniciativas para poder vincular ambos enfoques de productividad personal y organizativa para sacar lo mejor de ambas?.
Cada vez existe más relación entre la productividad sistémica de las organizaciones, y la productividad personal de las personas que las componen.
Recientemente, de la mano de José Miguel Bolívar, Consultor Artesano, Coach y uno de los mayores expertos en el ámbito de la productividad personal y organizativa, nació la Comunidad de Práctica (CoP) OPTIMA LAB. Esta CoP busca la innovación en productividad personal y organizativa con el objetivo de desarrollar, entre otras cosas, ese vínculo necesario que ha de darse entre las organizaciones y personas del trabajo del conocimiento para obtener los mejores resultados en términos de productividad y eficiencia. Porque entre ambos, organizaciones y personas, se da un efecto simbiótico donde tanto una como otros salen beneficiados o perjudicados en función de las decisiones y acciones de cada parte.
En un entorno como el descrito, donde todo cambia más a menudo, donde la complejidad aparece sin avisar, las prioridades tienen una duración efímera y la incertidumbre es una constante: las organizaciones sólo podrán dar lo mejor de sí cuando, de manera decidida y contundente, pongan a las personas en el centro de su productividad o, lo que es lo mismo, cuando desarrollen una productividad centrada en las personas.
Las organizaciones, podrán dar lo mejor de si, cuando desarrollen una productividad centrada en las personas.
Según mi experiencia, metodologías de productividad como GTD aunque trabajen en el ámbito personal, pueden aportar mucho a la mejora de la productividad organizativa entendiendo dicho aporte como un medio para que las personas que la forman aprendan a trabajar de manera eficiente en un paradigma en el que , en muchas ocasiones, ni siquiera son conscientes de estar viviendo. El paradigma de ser trabajadores del conocimiento.