Visión de futuro
Hay que remar con constancia y regularidad, siempre guiado por un propósito claro que nos conduzca al puerto deseado. Hacerse a la mar sin cartografía ni la capacidad para leerla es una misión absurda que nos aboca al fracaso. Te esfuerzas y eres diligente llevando a cabo tu actividad, pero acabas dando círculos sin parar. No es algo exclusivo de aquellos sin objetivos, algunas veces al culminar un camino nos encontramos en vía muerta, obligados a mirar a atrás y a retroceder para resituarnos, volviendo a dirigir nuestra atención y capacidad a otros propósitos, siendo un dispendio de tiempo y energía que podía haberse focalizado en perseguir una meta de más envergadura y alcance.
La perspectiva es imprescindible para construir algo a largo plazo, indistintamente en lo personal o en lo profesional. Sin embargo, definir con claridad una visión de futuro es una misión mucho más compleja y profunda que tejer el manto de la actividad diaria.
Me apoyo en el sistema de niveles de perspectiva de Getting Things Done de para desarrollar el tema con una cierta coherencia. Se recorre a la metáfora de la altitud de vuelo de un avión para cada uno de los puntos a planificar: acciones a realizar - 0 metros, proyectos 3000 metros, áreas de responsabilidad 6000 metros, objetivos a uno o dos años 9000 metros, visión a 5 años o más 12000 metros, reservando el nivel más elevado para el propósito de una vida y los valores personales a 15000 metros. Para acabar este apunte previo mencionar la intención de centrarme en los niveles de propósito, visión y objetivos (15000, 12000, 9000) para hablar de la importancia del largo plazo para enfocar de forma eficiente nuestra actividad y obtener un retorno.
¿Qué es lo que realmente quieres?
Diseñar una visión de futuro suena muy bonito pero la realidad es que en el fondo se trata de algo realmente duro, si se hace con la seriedad esperada. Contestar la pregunta ¿Qué es lo que realmente quieres? No es nada fácil sin agarrarse a uno de esos tópicos a los que echar mano para que la respuesta no sea estridente a ojos propios y ajenos. Pero colocado delante de uno mismo, cuando se trata de un dialogo sincero y sin miedo a enfrentarse a miedos e inseguridades la cosa cambia.
No son muchas las personas capaces de zambullirse a esta profundidad para explorar ilusiones, deseos y necesidades. Tomar decisiones, priorizar y sopesar las consecuencias de lo que representas. ¿Soy capaz de cambiar mi estilo de vida y de asumir incomodidades? Si la respuesta es afirmativa, te felicito, somos muchos los que no nos atrevemos a cruzar ciertas líneas.
Para redactar las líneas maestras de tu plan hace falta valor, pero también tiempo y reflexión. Empieza por arriba, definiendo los valores y el propósito de lo que haces. ¿Cuál es tu propósito en esta vida? ¿Qué valores te mueven y te guían? Tomate unas semanas para redactar un texto de no más de 8-10 frases. Escribe todo lo que quieras, piensa en lo que haces, lo que eres, lo que te importa, los motivos… Toma notas de forma constante, repásalas, reflexiona y finalmente compila un texto que contenga esos valores.
Redactar tus valores y propósito no es un ejercicio nada banal, una vez completado te ayudará a elegir el camino al diseñar una visión de futuro, al elegir objetivos o en el día a día cuando debas decidir si dejas entrar nuevas actividades en tu plan de trabajo. ¿Me ayudará a conseguir el propósito que persigo? ¿Entra en conflicto con mis valores? Aplícalo a actividades u objetivos y te librarás de mucho ruido que te distrae de lo que realmente importa.
Solo la planificación no es suficiente, también necesitas la introspección
¿Sirve fijarse un nivel de perspectiva a tanta ‘altura’? Hay que tener determinación. Si conoces cuál es tu pasión, o los roles en el cual te sientes cómodo en tu vida profesional/personal, puedes profundizar a esos niveles. Recuerda, es planificación pero también introspección, minería emocional. Yo he tenido muy claro desde siempre que la programación y el diseño de software son mis formas de canalizar la creatividad y el desarrollo profesional desde una temprana edad. No puedo quejarme en ese aspecto, otra cosa es el tema personal, cubierto por una molesta neblina por la que uno avanza debutando y adoptando una posición conservadora…
¿Qué hacer cuando la neblina no se levanta, o no somos capaces de responder con precisión sobre lo que queremos de nuestra vida? No pasa nada, hay muchos que navegan sin puerto de llegada, simplemente navegan y se conforman con hacer escalas. Nada de ir a la deriva, se adaptan a las necesidades que van surgiendo gracias a un trabajo de preparación previo.
Trabaja con objetivos a uno o dos años vista, si has definido tu visión de futuro es el siguiente paso para estructurar tus hitos, si por el contrario buscas objetivos casuales que permitan mejorar pregúntate ¿Cuál es el siguiente paso a dar? ¿Qué necesito para afrontar el futuro con garantías? Cuestiones que no suponen un desafío tan audaz como realizar el examen que supone crear una visión, pero seguimos teniendo que marcar un camino a medio plazo para reforzar áreas concretas de nuestra actividad.
Crea Desafíos manejables
Desafíos más manejables, como por ejemplo:
Crear un side business, que complemente nuestros ingresos o nos introduzca en el mundo de la empresa como paso intermedio para dar el salto de un empleo a un negocio propio.
Realizar un master para formarnos con la intención de mejorar en nuestro trabajo, o realizar un cambio de actividad.
Dar el paso e iniciar una familia. Pasar de la relación en pareja a algo más serio y estable. No subestimes estos cambios, suelen conllevar un giro radical a tu estilo de vida.
Son metas visibles con resultados tangibles, pensar a 5 años vista suele ser algo demasiado inconcreto en sí mismo, a causa de la gran cantidad de pasos intermedios necesarios para materializarlos.
Vale la pena dedicar tiempo a diseñar nuestra visión y objetivos, aunque eso signifique una parada momentánea en el progreso hacia hitos de mayor envergadura. Pensar y analizar durante meses puede evitar dar pasos en falso hacia lugares o deseos transitorios, del mismo modo tampoco debemos tener miedo a recurrir a profesionales como coach u orientadores que nos permitan superar baches en el proceso, o nos provean de su experiencia para ayudarnos a diseñarlo.
Una vez realizado, toca afrontar los niveles más bajos, los más manejables por ser de uso común. Las acciones y proyectos es el hacer, materializar nuestros deseos en algo tangible. La acción implica rutina y trabajo duro. Las dudas y la fatiga aparecerán y es en ese momento cuando hay que levantar la cabeza para recordar la visión de futuro que uno persigue, leer esa declaración dibujada y relacionarla con los objetivos que la construyen. Tomarse un tiempo para recordar porque y permitir el resurgimiento de la ilusión, y si esta no llega, de sacar lustro al motivo para continuar hacia delante hasta completar un nuevo proyecto acercándote un poco más a lo que persigues.
Necesitamos un rumbo, un camino que seguir, y la importancia del proceso reside en crearlo nosotros y no delegar por omisión la responsabilidad en terceros.
Foto: Flickr / jblaha CC BY-NC-ND 2.0