El principio activo de mi productividad
Uno de los grandes motivos, que sin duda, me llevó hace años a buscar soluciones urgentes para mejorar mí rendimiento, fue la concentración, el foco. La concentración fue el leitmotiv para introducirme de lleno en la productividad personal y empezar a probar estrategias, técnicas, hábitos con el fin de “hacer más y mejor en menos tiempo”.
Estoy convencido que de niño, sufría lo que hoy llaman un déficit de atención (para mí un invento del Siglo XXI) y hoy en día sigue siendo mí objetivo número uno, buscar concentración, foco. Para mí es radical, si no consigo concentración, soy mediocre, ineficaz, poco creativo, plomizo…
Por todo esto, y mucho más, mí productividad, mis resultados, lo mide en gran medida la calidad de mí concentración. Y digo calidad, porque la concentración, en mi opinión, tiene diferentes niveles, calidades. Básicamente podríamos hablar de 3 calidades:
1. Atención
El nivel más liviano de concentración. En este nivel puedes mantener tu concentración de una manera superficial y por un periodo de tiempo muy corto. Procesamiento de la información básico. Eres consciente, de casi todo a tu alrededor. Nivel que resuelve las tareas etiquetadas de energía medía y baja.
2. Foco
En este nivel, estaríamos hablando de una buena calidad de concentración, es un primer estado de focalización. El tiempo de duración de la atención-foco es mayor, eres mucho menos consciente de tu entorno y el procesamiento de la información es de mayor calidad. Alcanzas un nivel de implicación y comprensión de la tarea alta. Es el estadio de calidad de concentración que persigo en la gran parte de mis tareas del día etiquetadas como tareas clave e especialmente importantes.
3. Zona de flujo
Calidad óptima de concentración, donde durante un periodo de tiempo más prolongado que el anterior consigues una implicación máxima con la tarea, un nivel de empatía que hace que dómines la tarea, te sientas especialmente a gusto, seguro, creativo, fluyen las ideas, todo es más fácil. La capacidad de abstracción del entorno es muy alta, no percibes lo que pasa a tu alrededor, sólo lo que tienes delante, tu tarea. Esa sensación de abstracción, de no percepción del mundo a tu alrededor, genera ese estado de flujo, los 5 sentidos no están percibiendo nada más que no sea la tarea que tienes delante.
Este estado, este nivel de calidad, me encanta, pero pocas veces es alcanzado, la mayor parte de las veces, de manera fortuita y no buscada. Podríamos estar hablando de “un estado de inspiración superior”.
El objetivo para mí día a día es el estado dos, El Foco, donde desarrollo la mayor parte de mis tareas, excepto las de más baja energía y/o concentración.
Alcanzar el nivel dos no me resulta nada fácil, me ha llevado tiempo, pruebas de ensayo-error, mucha persistencia, hasta conseguir hábitos y gestos que mejoran en gran medida mí concentración, mí foco.
Estos son algunos de estos gestos y hábitos que mantengo hoy en día y que, sin duda, me hacen mucho mejor.
UNO. Las seis de la mañana.
El hábito del que me siento más orgulloso. No, no pienses que fue fácil, nada de eso. Al principio, un día si, otro no, el otro que pereza… El mayor refuerzo positivo lo obtenía con los resultados de las tareas que desarrollaba en esas dos horas de trabajo matutino, de 06:00 a 08:00. Bestial. Y cuando hablo de resultados, me refiero a calidad de la tarea e implicación.
De 06:00 a 08:00 lo dedico a realizar mis tareas diarias de mayor peso, aquellas que por alguna razón requieren una atención, mimo y tienen unas consecuencias realmente importante para avanzar en el día, algún proyecto etc.
¿Por qué las 06:00 de la mañana?
Tranquilidad absoluta, cero interrupciones, paz. Solos mí perra y yo.
DOS. Muro anti interrupciones y anti distracciones.
La mayor parte de mí tiempo de trabajo se desarrolla en las oficinas de mundoclases, con compañeros de trabajo, teléfono, clientes etc. Una bomba para mí concentración. Esta situación me ha llevado a crear mí propio muro anti interrupciones y anti distracciones, para llevarlo a cabo cuando lo necesite.
Cero distracciones: fuera móvil, desenchufo el teléfono fijo del despacho. Para aislarme del entorno, suelo ponerme unos auriculares y poner música agradable para trabajar. Si estoy tengo que desarrollar la tarea en el MacBook Pro, inevitablemente siempre a pantalla completa. Y si la tarea es con el iPad, ya sabes, es iPad. Siempre tengo los notificadores Off.
Cero interrupciones: alecciono a mis compañeros de trabajo (ellos ya me conocen) que necesito trabajar en algo que requiere mucha concentración, no puedo tener interrupciones. Con el tiempo, he logrado que respeten en gran medida ese tiempo.
TRES. El iPad.
Trabajo a caballo entre mí MacBook Pro y el iPad. Eso sí, cuando tengo que desarrollar una tarea clave, una tarea que requiera especial concentración, dedicación e implicación, sin duda, EL IPAD.
El iPad genera una implicación diferente con esa tarea especial, cercana, ejerzo más control sobre la tarea, quizá por la sensación táctil, no lo sé, lo que si sé, es que las sensaciones, la creatividad, la claridad, se disparan. ¿Condicionamiento? Puede ser.
La concentración es el ingrediente principal, el principio activo de mí productividad personal, para mí, está claro, después viene el resto.
Tómate en serio tu concentración, búscala, cuídala y verás cómo mejora tu productividad.
Foto: Flickr/Kerri Lee Smith CC BY-NC-SA 2.0